viernes, 28 de diciembre de 2007

DIA DE LOS SANTOS INOCENTES: NO AL ABORTO LIBRE

Hoy se celebra el día de los Santos Inocentes; normalmente es un día dedicado a gastar bromas entre familiares y amigos. Sin embargo, el contenido de este artículo no es ninguna broma.

Cuenta el Evangelio que por edicto del Rey Herodes, y con la intención de eliminar al que creía su máximo rival para el poder, un niño llamado Jesús de Nazaret, ordeno asesinar a todos los niños menores de 2 años en Belén y en sus alrededores.

Según cuenta la leyenda fueron pasados por la espada treinta niños varones. Hoy, en España, se practican más de 100.000 abortos anuales. Según las noticias la mayor parte de ellos son un fraude, acogiéndose a unos presuntos daños psíquicos de la madre, que al parecer, son inexistentes. En muchos casos se eliminan seres humanos en gestación de más de 24 semanas.

Estoy de acuerdo con algunos de los supuestos de despenalización que recoge el Código Penal; y quiero hacer hincapié en el termino “despenalización” porque, fuera de estos supuestos, el aborto es un delito, y un delito muy grabe. Hace poco escuchaba a alguien afirmar, sin criterio, que el aborto no era un delito. Esta es una más de las falsedades y manipulaciones que se afirman para maquillar una cruel realidad.

Los supuestos de despenalización implican la existencia de una situación muy excepcional y extrema que justificaría la posibilidad legal (e incluso podría hablarse de ética) de recurrir a una solución tan drástica como el de eliminar una vida.

En cualquier caso, manteniendo el aborto como un delito grabe seria necesario establecer medidas férreas de control sobre la realidad y certeza de los supuestos justificativos de la despenalización. La ley no puede ser una tapadera para encubrir un delito, la Ley no puede ser objeto de un fraude macabro. Por ello seria necesario que los abortos que se practiquen, siempre dentro de las causas de despenalización, se realicen en la sanidad pública que deberá de velar por el estricto cumplimiento de la ley. Aceptar como normal la infracción de la ley es una perversión de la democracia y del Estado de Derecho. Los poderes públicos deben de velar por ello. Por ello debería impedirse y desautorizarse que el sector privado pudiese realizar abortos en las situaciones permitidas. La vida y la muerte no son un negocio.

Como digo estoy de acuerdo con algunos de los supuestos de despenalización. Sin embargo tengo mis dudas respecto al relativo a la mal formación del feto, y me niego a admitir la bondad del relativo a la integridad psíquica de la madre. Respecto a la integridad física deben de establecerse unos controles exhaustivos que impidan el fraude.

En relación a la malformación tengo mis dudas. Un ser gestante con malformaciones, al nacer, en la mayoría de los casos no llega a sobrevivir; en caso de minusvalías físicas o psíquicas del feto mi duda es mayor. ¿Alguien se imagina acercarse a una persona con minusvalías físicas o psíquicas y decirle “yo de ser tu madre no te hubiera dejado vivir”?.

Esa es la reflexión en la que me encuentro; sin embargo ante la duda siempre optaría por la vida.

Recordemos que el sufrimiento es parte inherente a la existencia humana;
Es cierto que debemos evitar, en lo posible el sufrimiento humano; en ese sentido se dirigen los avances médicos (por ejemplo, los paliativos); pero eso no implica que debamos llegar hasta una opción nihilista, que implique una actualización de la teoría del “superhombre”. Algo parecido se practicaba en la Alemania nazi. El aborto no puede ser un instrumento de selección humana.

En el supuesto de la integridad psíquica de la madre, creo que es una milonga y una motivación inadmisible. No es posible valorar a un mismo nivel la salud psíquica de una persona con el supremo valor de la vida humana. Otro caso es el de la integridad física de la madre, donde ella misma se juega su propia vida. Creo que no le es exigible optar por poner en riesgo su propia vida. Todo ello siempre con los máximos controles objetivos por parte de la sanidad Pública.

Otra cosa diferente es el aborto libre. Esto no es admisible de ningún modo. No hay causa justificativa, no hay motivación excepcional, no hay derecho al aborto libre. Es solo una pretensión macabra de una “progresía” (que no de progreso) doctrinaria, dogmática e ideologizada, que pretende imponer, intolerantemente, su doctrina, sus dogmas y sus ideologías trasnochadas y reaccionarias.

Dicha progresia involucionista no puede afirmar el derecho al aborto libre en base a criterios de derecho natural ni científicos esta demostrado que el preembrion cuenta con un ADN distinto del de la madre. Es un ser vivo distinto, una persona distinta, dependiente de la madre, débil e indefenso, y aun así, yo afirmo que existe vida humana, aun en gestación, desde el momento de la concepción.

Por eso esta progresia militante, laicista y beligerante, únicamente puede sustentar sus pretensiones en cambiar la legislación vigente. Por eso pretenden desvincular la Ley positiva de la Ley natural. No existe ningún derecho de la madre al aborto libre, no existe ningún derecho de la madre sobre la vida que se esta gestando en su seno, salvo en los supuestos de los que he hablado. Afirmar tal derecho es una perversión.

El gobierno actual pretende llevar en su programa político la idea de “reflexionar sobre una ley de plazos”. Así, evita definirse y ahuyentar a la progresia militante o a la izquierda moderada contraria al aborto libre. Es el tacticismo habitual de este gobierno. Pero lo único cierto es que el aborto libre no puede ser un tema de reflexión sino de persecución por todos los medios del Estado de derecho. Así lo exige la conciencia colectiva, el derecho natural, y la ciencia.

Colateralmente a este tema, en un día como hoy no podemos olvidar a los niños y niñas que mueren de hambre en todo el mundo, a los niños y niñas que sufren violencia en el seno de sus familias, a los niños y niñas raptados por la mafias, a los niños soldado. No seria lógico rasgarse las vestiduras por unos y no por otros. Esto es lo sensato, lo contrario es una incoherencia, propia de la esquizofrenia de muchos que conforman la progresia involucionista.